¿De verdad nos preocupa el botox de Claudia Sheinbaum? ¿O lo que nos cuesta aceptar es que una mujer lidere México?
Porque eso es lo que se está discutiendo en realidad. No es una jeringa con ácido hialurónico. Es el poder. Y cómo este país aún no soporta ver que una mujer lo encarne.
Botox de Claudia Sheinbaum: el escándalo que nunca debió serlo
La presidenta de México apareció hace unos días con un rostro ligeramente distinto. Unas líneas menos. Un par de gestos más suaves. Nada fuera de lo común para cualquier figura pública. Pero bastó eso para que miles de personas en redes sociales la convirtieran en tendencia bajo el hashtag “botox de Claudia Sheinbaum”.
“Se estiró la cara”, “Ya se siente influencer”, “Qué superficial”, decían los comentarios.
¿Perdón? ¿Cuántas veces se ha comentado el cuerpo, la piel o el rostro de un presidente hombre? ¿A alguien le importó si Enrique Peña Nieto usaba base para cubrir sus manchas? ¿Alguien criticó a López Obrador por su aspecto físico?
No. Porque en México, a los hombres se les permite gobernar tal como son. A las mujeres, se les exige hacerlo mientras se ven eternamente jóvenes, delgadas, discretas, atractivas… pero jamás demasiado arregladas. Es un campo minado. Una trampa sin salida.
Claudia Sheinbaum y el botox: ¿opinión o misoginia disfrazada?
Claudia Sheinbaum tiene un doctorado en Física. Fue jefa de Gobierno de una de las ciudades más grandes del mundo. Hoy lidera el cargo más alto que una mujer ha tenido en la historia del país. Y sin embargo, en 2025, lo que desata más conversación sobre ella no es su política energética, ni su papel en las reformas judiciales. Es su cara. Su piel. Su supuesto uso de botox.
Este país tiene un problema serio con el cuerpo de las mujeres. Y el caso del botox de Claudia Sheinbaum es solo el síntoma más reciente de una enfermedad mucho más profunda: el odio a las mujeres que se salen del lugar que se les asignó.
El mandato imposible: sé perfecta, pero no se note
Cuando una mujer llega al poder, el escrutinio sobre su físico se multiplica por mil. Se le exige:
- Verse joven, pero no demasiado producida.
- Estar arreglada, pero no invertir en su imagen.
- Cuidarse, pero no retocarse.
- Verse bien, pero no que se note.
No hay salida. Y cuando una mujer lo intenta, como quizá lo hizo la presidenta con una intervención estética mínima, se le castiga. Se convierte en meme. En tendencia. En objeto de burla nacional.
La pregunta es: ¿por qué el cuerpo de una mandataria le importa tanto al país?
Botox y violencia estética: la herramienta histórica para callar mujeres
La violencia estética es real. Y es política. Es la forma en que se invalida a las mujeres públicamente cuando no hay argumentos sólidos en su contra. Se burla su peso, su voz, su edad, su ropa, su cabello, sus arrugas. Es el mecanismo más viejo del patriarcado para recordarnos que, por más lejos que lleguemos, nuestro cuerpo sigue siendo campo de batalla.
¿Ejemplos? Sobran:
- Tatiana Clouthier fue ridiculizada por su estilo poco “femenino”.
- Citlalli Hernández ha sido blanco de burlas por su cuerpo cada vez que alza la voz.
- Xóchitl Gálvez fue criticada por hablar con acento o ser “muy folclórica”.
Y ahora, Claudia Sheinbaum por su supuesto botox. Siempre hay una excusa. Pero el fondo es el mismo: callarlas, disminuirlas, hacerlas sentir que no pertenecen.
Botox de Claudia Sheinbaum: lo que dice sobre nosotros, no sobre ella
Nos dice que todavía hay quienes creen que una mujer poderosa debe ser ante todo “natural”, “discreta”, “correcta”. Que no se note que lucha. Que no moleste. Que no envejezca. Que no hable fuerte. Que no se atreva a verse bien. Ni a verse mal.
Porque lo que realmente molesta no es su decisión estética, es que esté en el poder.
Dejemos de hablar del botox de Claudia Sheinbaum y empecemos a hablar de lo importante
¿Qué pasaría si el mismo nivel de análisis que se le ha dado al rostro presidencial se aplicara a las políticas que afectan a las mujeres en México?
- ¿Y si habláramos así de los feminicidios?
- ¿Y si tuiteáramos tanto sobre los recortes a los refugios?
- ¿Y si viralizáramos los casos de acoso institucional?
Pero no. A la mayoría le interesa más si se inyectó algo o no. Porque es más fácil atacar una cara que cuestionar el sistema que sigue matando, discriminando y marginando a millones de mujeres.
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El verdadero mensaje del botox de Claudia Sheinbaum
Lo que ocurrió con la presidenta no nos dice nada sobre ella. Nos dice mucho sobre nosotros. Sobre lo que seguimos exigiendo a las mujeres, sobre lo que nos incomoda del liderazgo femenino, y sobre lo lejos que aún estamos de tener una verdadera equidad.
Mientras sigamos juzgando a una mujer en el poder por su rostro y no por su mandato, estaremos demostrando que no es ella la que necesita cambiar… somos nosotros.
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