La decisión del juez Juan Manuel Alejandro Martínez Vitela de absolver a un hombre acusado de abusar sexualmente de una niña en el Estado de México es no solo una afrenta a la justicia, sino una burla cruel a la lucha contra el abuso infantil. A pesar de los peritajes que confirmaron que la niña había sido víctima de abuso, y el propio reconocimiento del juez en una conversación con la madre de la menor, su fallo se basó en la absurda e inhumana exigencia de que una niña traumatizada recordara con precisión detalles imposibles del horror vivido.
¿Cómo es posible que en nuestro sistema judicial, la palabra de un niño, respaldada por evidencia pericial, sea desestimada por criterios tan arbitrarios y desconectados de la realidad del trauma?
La Incomprensible Demanda de Precisión en el Testimonio de una Víctima Traumatizada
¿Desde cuándo la exactitud de fecha y lugar se convirtió en el árbitro final de la justicia para una víctima de abuso sexual? La decisión de Martínez Vitela ignora la naturaleza misma del trauma y cómo este afecta la psique de las víctimas, especialmente los niños. Exigir a una niña que recuerde cada detalle específico es no solo insensible sino también una muestra de ignorancia flagrante sobre las dinámicas del abuso y el trauma. ¿Acaso el juez esperaba que la niña mantuviera una compostura clínica, anotando detalles para su futura referencia en el tribunal?
“Hermanas Aliadas A.C.”: Un Grito Contra la Impunidad
La valentía de “Hermanas Aliadas A.C.” al difundir el video de la madre enfrentando al juez pone en evidencia la profunda desconexión de nuestro sistema judicial con las realidades del abuso. Este acto de desafío no solo es un llamado a la acción sino una cruda revelación de la frustración y desesperación que sienten las víctimas y sus familias en su búsqueda de justicia. ¿Cómo podemos confiar en un sistema que, frente a evidencia incontrovertible, elige dar la espalda a las víctimas?
¿Es el Sistema Judicial Cómplice del Abuso?
La decisión de Juan Manuel Alejandro Martínez plantea una pregunta inquietante: ¿Se ha convertido nuestro sistema judicial en un cómplice silencioso del abuso infantil? Al imponer barreras insuperables para las víctimas, el juez no solo ha negado justicia a una niña inocente sino que también ha enviado un mensaje escalofriante a los abusadores: que pueden evadir la responsabilidad por sus actos si la memoria de sus víctimas, inevitablemente afectada por el trauma, falla en cumplir con expectativas irrealistas.
El Trauma y la Memoria: Un Desafío Ignorado
El caso resalta una ignorancia judicial flagrante sobre cómo el trauma impacta la memoria. La ciencia nos dice que el trauma puede distorsionar y fragmentar recuerdos, especialmente en niños. La decisión de Martínez Vitela no solo es una negación de esta realidad científica sino también un acto de violencia simbólica contra todas las víctimas de abuso. ¿Cuándo se dará prioridad al bienestar de las víctimas por sobre tecnicismos legales obsoletos?
La urgencia de una reforma judicial
Este caso debe ser un punto de inflexión. No podemos permitir que la decisión de Juan Manuel Alejandro Martínez Vitela quede sin respuesta. Es hora de exigir reformas profundas en nuestro sistema judicial, reformas que aseguren que los jueces estén adecuadamente educados en las dinámicas del trauma y que las leyes reflejen una comprensión profunda y empática de lo que significa ser víctima de abuso. La justicia debe ser accesible y justa para todos, sin importar su capacidad para recordar cada detalle traumático con precisión quirúrgica.
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Conclusión
La absolución de un acusado de abuso sexual por parte del juez Juan Manuel Alejandro Martínez, a pesar de la evidencia pericial y su propio reconocimiento del abuso en conversaciones con la madre de la víctima, es un síntoma de un mal mucho mayor en nuestro sistema de justicia.
Este caso no es solo sobre la falla en proteger a una niña; es un reflejo de cómo nuestro sistema judicial trata a las víctimas de abuso sexual. Debemos usar nuestra voz colectiva para exigir cambios que protejan a las víctimas, no a los victimarios.
La justicia no debe ser un laberinto de tecnicismos y requisitos imposibles, sino un refugio seguro que garantice la protección y el reconocimiento de las víctimas de abuso. La indignación es necesaria, pero la acción es esencial. ¿Hasta cuándo permitiremos que este ciclo de injusticia continúe?
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