Vivimos en una época fascinante y aterradora al mismo tiempo. La inteligencia artificial avanza tan rápido que parece que nos estamos quedando sin tiempo para detenernos a reflexionar sobre las consecuencias reales de su uso masivo. En este contexto, ChatGPT, uno de los desarrollos más populares de OpenAI, se ha posicionado como un “compañero virtual” para millones de personas. Lo que empezó como una herramienta para responder preguntas o ayudar con tareas, hoy se ha convertido en algo mucho más profundo: un espacio al que la gente recurre para desahogarse, pedir consejo y, en algunos casos, reemplazar el acompañamiento de un profesional de la salud mental.
Y aquí es donde surge la pregunta que incomoda: ¿está ChatGPT quitándole trabajo a los psicólogos y psicoterapeutas? Lo que parecía impensable hace unos años hoy se está volviendo una realidad cada vez más evidente.
La generación Z y el fenómeno de la inmediatez: ¿por qué prefieren la IA?
La generación Z, esa generación nacida entre finales de los 90 y principios de los 2010, es la primera en haber crecido en un entorno completamente digital. Para ellos, la inmediatez no es un lujo, es un derecho adquirido. Acostumbrados a obtener respuestas instantáneas de Google, videos explicativos en TikTok y contacto social a un clic de distancia, no es de extrañar que también busquen esa rapidez cuando se trata de apoyo emocional.
¿Tienes ansiedad? ChatGPT está disponible 24/7.
¿Estás triste a las 3 de la mañana? No necesitas esperar la cita de un psicólogo: simplemente abres el chat.
¿Te cuesta hablar de lo que sientes por miedo al juicio? La IA no juzga.
El problema es que detrás de esa comodidad hay un costo invisible. La generación Z, al igual que otras generaciones, está empezando a perder de vista la diferencia entre una charla con un chatbot y el proceso profundo, complejo y humano de una terapia. Y lo más grave es que las advertencias de la propia inteligencia artificial parecen no importarles.
ChatGPT dice “no soy un terapeuta”, pero eso no detiene a nadie
Si algo hay que reconocer a los creadores de esta tecnología es que desde el principio han sido claros: ChatGPT no sustituye a un profesional de la salud mental. En cada conversación donde surge un tema delicado, el sistema lanza advertencias, recomienda acudir a un experto y aclara sus limitaciones. Pero, seamos honestos: ¿quién se detiene a leer esas advertencias?
La comodidad, el anonimato y el costo (o la ausencia de costo) pesan mucho más. En un mundo donde la salud mental sigue cargando estigmas y donde muchas veces los servicios profesionales son inaccesibles o costosos, ¿quién no se sentiría tentado a encontrar un sustituto “rápido y fácil”?
El riesgo es que ese sustituto no tiene la capacidad de sostener un proceso terapéutico real, ni de cuidar verdaderamente a la persona que lo consulta. Y eso, aunque ahora no lo veamos en su totalidad, tendrá consecuencias.
Nuestra investigación en Casi Creativos: señales de alarma que no debemos ignorar
En Casi Creativos, preocupadas por este fenómeno, decidimos ir más allá de la especulación y realizamos una encuesta entre psicoterapeutas que colaboran o tienen relación con nuestra red. De una muestra de 80 psicoterapeutas, los resultados fueron contundentes:
- 72 psicoterapeutas confirmaron que han tenido una disminución considerable de pacientes durante el último año, en comparación con el mismo periodo de 2024.
- El 68 % de ellas reportó que muchos de los pacientes que abandonaron el proceso lo hicieron tras mencionar que “encontraron un espacio de apoyo en herramientas digitales” como chats con IA o apps de autoayuda basadas en algoritmos.
- El 75 % señaló que las consultas iniciales de nuevos pacientes han disminuido, y que cada vez es más común que quienes acuden busquen “algo rápido” o “consejos puntuales” en vez de un proceso profundo.
- El 80 % expresó preocupación por el incremento de consultas en crisis, es decir, personas que primero intentaron resolver sus problemas solos mediante la IA y que sólo acuden al profesional cuando el problema se agravó.
- Además, el 85 % de las psicoterapeutas señaló que al conversar con colegas, existe la percepción de que el auge de la inteligencia artificial y los chatbots ha desplazado el valor social percibido del trabajo terapéutico.
Estos datos no son un simple número: son un grito de alerta. Si no hacemos algo para educar y sensibilizar, podríamos estar frente a una crisis de salud mental mucho mayor de la que ya enfrentamos.
Las cifras globales: ¿la IA está reemplazando el trabajo humano?
El fenómeno no se limita al campo de la psicoterapia. Según el sitio de empleo Adzuna, desde el lanzamiento de ChatGPT en noviembre de 2022 las vacantes para roles de nivel inicial en el Reino Unido cayeron un 31.9 %. El número de empleos de prácticas, juniors y de ingreso bajó de representar un 28.9 % a un 25 % del total de vacantes. Estos datos fueron reportados por The Times y The Guardian en 2025.
Aunque estos datos abarcan diversos sectores, son una prueba de que la llegada de la IA ya está afectando el mercado laboral real y tangible. Y el sector salud, particularmente la salud mental, no está exento. El creciente uso de herramientas tecnológicas está comenzando a modificar el modo en que las personas valoran (o no) el acompañamiento humano profesional.
Por qué ChatGPT no es terapia: un peligro para el bienestar, no solo para la profesión
Es importante que este debate no se enfoque solo en la defensa de una profesión. Lo central aquí es el bienestar de las personas. Y cuando una persona elige reemplazar un proceso terapéutico real por una charla con una IA, los riesgos son enormes. Aquí te compartimos algunas de las desventajas más graves de usar ChatGPT como sustituto de un terapeuta:
❌ Falta de diagnóstico real
ChatGPT no puede realizar una evaluación clínica completa. Los síntomas pueden ser malinterpretados o pasar desapercibidos, lo que podría retrasar un diagnóstico vital.
❌ Ausencia de relación terapéutica
La alianza que se construye entre terapeuta y paciente es clave para la evolución en el proceso. Una máquina no puede ofrecer calidez, presencia real ni sostén emocional auténtico.
❌ Posibilidad de error
Aunque ChatGPT se esfuerza por brindar respuestas responsables, no siempre tiene el contexto suficiente ni la capacidad de discernir situaciones complejas. El consejo que da puede ser incompleto o incluso inadecuado.
❌ No detecta crisis graves
La IA puede no identificar señales de ideación suicida, maltrato, violencia o situaciones de riesgo. Esto podría derivar en consecuencias trágicas si no hay intervención adecuada.
❌ Superficialidad
Las respuestas de la IA son generales. No hay un trabajo sostenido, no hay un seguimiento de objetivos, no hay un plan personalizado. El “apoyo” que brinda es pasajero y limitado.
¿Qué podemos hacer para frenar esta tendencia?
El primer paso es educar. Necesitamos que las personas —especialmente las nuevas generaciones— comprendan la diferencia entre un chatbot y un proceso terapéutico real. No se trata de demonizar la tecnología, sino de ponerla en su lugar.
La IA puede ser útil como herramienta complementaria: para informar, para orientar en momentos puntuales, para motivar a dar el primer paso. Pero nunca debería ser el lugar donde una persona intente resolver, en soledad, los desafíos de su salud mental.
Es hora de que como sociedad generemos un debate serio y comprometido. Y que desde los entornos educativos, familiares y sociales, volvamos a valorar el acompañamiento humano como un elemento esencial para el bienestar.
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En conclusión: la tecnología no es el problema, el problema es cómo la usamos
ChatGPT y otras inteligencias artificiales llegaron para quedarse. Y eso no tiene que ser algo malo. El problema surge cuando dejamos que estas herramientas ocupen espacios que deben estar reservados para la conexión humana. Si queremos cuidar de verdad a la generación Z y a quienes vienen detrás, necesitamos actuar ya. Porque si la salud mental se convierte en un asunto de chats automáticos, lo que estamos perdiendo no es solo el trabajo de las y los psicólogos: estamos poniendo en riesgo nuestro propio equilibrio emocional como sociedad.
¿Y ahora qué?
Si eres terapeuta, paciente, docente o simplemente alguien interesado en el tema, te invitamos a reflexionar y a compartir este artículo. Hablemos, debatamos, y construyamos juntos un futuro donde la tecnología sea una aliada y no una amenaza para nuestra salud mental.
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