Hoy, 12 de octubre, es un día ideal para reflexionar sobre el error histórico que hemos estado perpetuando por siglos. Cada año, escuchamos una y otra vez la afirmación: “Cristóbal Colón descubrió América el 12 de octubre de 1492”.
Es desconcertante, por decir lo menos, que en pleno siglo XXI sigamos repitiendo esta mentira con tanto descaro. Esta declaración es una falacia, un ataque directo al sentido común, a la historia y a la dignidad de los pueblos indígenas que ya habitaban este continente mucho antes de que Colón llegara.
Colón NO descubrió nada
El solo hecho de sostener que Colón “descubrió” América es un insulto a la inteligencia histórica y a la verdad. ¿Qué fue exactamente lo que descubrió? ¿Un continente que ya estaba habitado por millones de personas? ¿Ciudades, civilizaciones y culturas que habían existido durante milenios antes de que sus barcos tocaran tierra? Esta narrativa ignora la riqueza cultural, científica y social que ya existía en este continente.
Cuando decimos que Cristóbal Colón descubrió América, estamos negando la humanidad y los logros de los pueblos originarios. ¿No eran humanos? ¿No cuentan sus descubrimientos, avances y su historia porque no eran europeos? Esta retórica es una clara manifestación de la supremacía occidental que ha colonizado la historia, distorsionándola a su conveniencia.
Los habitantes originales de América tenían un conocimiento vasto en áreas como la medicina, la ingeniería, la astronomía y la agricultura. Estos pueblos desarrollaron sistemas matemáticos complejos, como la invención del cero, algo que ni siquiera las culturas europeas habían logrado en ese momento. También comprendían el sistema solar y, en muchos casos, poseían conocimientos avanzados sobre el clima, las estrellas y los ciclos de la Tierra. ¿Cómo puede ser que aún hablemos de “descubrimiento”?
El mito en la educación y la ignorancia impuesta
Por generaciones, los sistemas educativos de todo el mundo han alimentado la narrativa eurocentrista que glorifica a Cristóbal Colón. Desde temprana edad, a los estudiantes se les enseña que Colón es un héroe, el “descubridor” de un nuevo mundo, alguien que expandió los horizontes de la humanidad. Se nos enseña que cruzó el Atlántico con sus tres barcos, La Niña, La Pinta y La Santa María, y que gracias a su valentía, el mundo cambió para siempre. ¿Pero a qué costo?
Esta narrativa no es solo inexacta, sino que es profundamente dañina. No solo distorsiona los hechos, sino que también invisibiliza y deshumaniza a los millones de personas que ya vivían en el continente americano. ¿Por qué seguimos celebrando una mentira? En Estados Unidos, se le ha dedicado un día festivo a este explorador genocida, mientras que en gran parte de América Latina celebramos el “Día de la Raza”. Pero, ¿qué estamos celebrando realmente? ¿El inicio de un genocidio?
Es hora de cuestionar seriamente por qué seguimos honrando a un hombre cuyo legado está manchado de sangre, esclavitud y saqueo. ¿Qué estamos enseñando a las futuras generaciones cuando perpetuamos esta celebración? No podemos seguir educando a nuestros hijos bajo el prisma de una historia falsa y profundamente colonial.
La brutalidad de Cristóbal Colón
Los relatos históricos han sido maquillados para presentar a Colón como un explorador valiente y un hombre de ingenio. Sin embargo, los hechos apuntan a una realidad mucho más oscura. Colón y sus hombres no llegaron a América en busca de un intercambio cultural o un descubrimiento científico. Vinieron por el oro, las riquezas y el poder. Durante sus expediciones a las islas del Caribe y las costas de América Central y del Sur, Colón se encontró con pueblos indígenas a los que denominó despectivamente como “indios”, perpetuando una confusión que ha perdurado hasta nuestros días.
Pero lo más importante no es cómo los llamó, sino cómo los trató. Colón y sus hombres esclavizaron a miles de indígenas, sometiéndolos a trabajos forzados y violentando sus derechos humanos de manera extrema. Los obligaron a trabajar para producir riquezas que beneficiaran exclusivamente a los colonizadores. Según History.com, Colón y su tripulación esclavizaron a miles de nativos taínos, quienes fueron enviados a España como mercancía humana. Muchos de ellos no sobrevivieron el viaje, muriendo en condiciones inhumanas.
Aquellos que no fueron vendidos como esclavos fueron obligados a trabajar en minas de oro o en plantaciones, donde las condiciones eran igualmente brutales. La explotación no tenía límites, y cualquier intento de rebelión era sofocado con una violencia aterradora. En la isla de La Española (hoy República Dominicana y Haití), Colón masacró a los nativos que intentaron resistir su dominio, y según relatos históricos, llegó a exhibir los cadáveres de los rebeldes en las calles para evitar futuros levantamientos. ¿Es este el hombre que celebramos?
La enfermedad como arma de colonización
Si la esclavitud y el saqueo no fueran suficientes, los pueblos indígenas también fueron diezmados por las enfermedades que los europeos trajeron consigo. La viruela, el sarampión y la gripe eran desconocidas en América, y las comunidades indígenas no tenían inmunidad ante ellas. Estas enfermedades arrasaron con poblaciones enteras, debilitando las sociedades indígenas y preparando el terreno para la colonización europea.
La devastación causada por estas epidemias fue catastrófica. Según la Fundación de Investigación Médica de Oklahoma (OMRF), en 1492 había aproximadamente 250,000 taínos en la isla de La Española. Para 1517, solo quedaban 14,000. Es decir, en un lapso de 25 años, el 94% de la población indígena fue exterminada, no solo por la violencia directa, sino por las enfermedades que los europeos trajeron consigo. ¿Cómo puede ser esto un legado digno de celebración?
La importancia de redefinir el 12 de Octubre
El 12 de octubre debe dejar de ser recordado como el día del descubrimiento de América, y debe ser entendido como el inicio de una invasión brutal que transformó este continente a través de la sangre, el dolor y la opresión. Es el día en que millones de vidas fueron truncadas, en que civilizaciones enteras fueron desmanteladas, y en que la historia fue escrita por los vencedores para su propio beneficio.
Hoy, cada vez más personas y países se están dando cuenta de esta verdad. En muchas partes de América Latina, el 12 de octubre ha dejado de celebrarse como el Día de la Raza y se ha convertido en el Día de la Resistencia Indígena, un esfuerzo por reconocer la historia y el sufrimiento de los pueblos originarios que han sido invisibilizados y silenciados durante tanto tiempo. Este cambio no solo es necesario, sino que es una cuestión de justicia histórica.
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El futuro: construir una narrativa honesta
Es nuestra responsabilidad, como sociedad, construir una narrativa honesta y justa sobre lo que realmente ocurrió en 1492. Ya no podemos permitirnos el lujo de seguir perpetuando mitos coloniales que exaltan a hombres como Colón, mientras minimizan el sufrimiento y la resistencia de los pueblos indígenas. Debemos asegurarnos de que la historia se cuente desde todas las perspectivas, no solo desde la de los opresores.
El 12 de octubre no debería ser un día de celebración, sino un día de reflexión. Un día para recordar a las millones de vidas perdidas y a las culturas devastadas por la llegada de los europeos. Es el momento de cambiar la historia que enseñamos a las futuras generaciones, para que puedan comprender la verdad, no los mitos que les han impuesto.
Conclusión: romper el silencio colonial
Cristóbal Colón no descubrió América. Colón trajo muerte, esclavitud y enfermedades a un continente que ya estaba habitado por civilizaciones avanzadas. Este es el legado que debemos recordar cada 12 de octubre. La verdad no puede seguir siendo sepultada bajo el peso de las narrativas coloniales. Debemos exigir un cambio, no solo en la forma en que enseñamos historia, sino en la manera en que entendemos nuestro propio pasado. La historia debe ser justa, debe ser completa, y debe ser honesta.
Solo entonces podremos empezar a reparar el daño que la colonización ha causado. Solo entonces podremos verdaderamente honrar a los pueblos que perdieron tanto a manos de los colonizadores europeos. Cristóbal Colón no es un héroe. Es hora de decir la verdad.
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