La viralización de un video en redes sociales donde se muestra a Sary, una mujer con discapacidad visual, a quien se le negó la entrada al Hotel Safi Royal Luxury en Monterrey por llevar a su perro guía, ha desatado una ola de indignación y cuestionamientos sobre la discriminación y la ignorancia disfrazada de “políticas internas”. Este caso no solo es indignante, sino también un reflejo doloroso de una sociedad que aún está lejos de comprender los derechos de las personas con discapacidad y de respetar leyes que, en teoría, deberían estar claramente establecidas.
La Discapacidad No se Regula con Políticas Arbitrarias
Es perturbador escuchar frases como “su empresa, sus reglas” cuando se habla de casos de discriminación evidentes y penados por la ley. Es necesario enfatizar algo fundamental: ningún reglamento interno está por encima de la ley. Ningún cartel, aviso o documento con membrete de una empresa privada puede contradecir leyes nacionales que protegen a grupos vulnerables.
El Hotel Safi, bajo su argumento de que “no se permiten mascotas”, mostró una ignorancia inexcusable sobre la distinción legal entre un perro de compañía y un perro de asistencia. Este último no es una “mascota”, sino un animal de servicio que está protegido por leyes nacionales e internacionales que garantizan el acceso de las personas con discapacidad a todos los espacios públicos y privados de uso común.
Afirmar que “es su política interna” equivale a decir que pueden discriminar a voluntad. Si un reglamento empresarial contradice leyes como la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad y la Ley Federal de Protección al Consumidor, entonces no es válido, punto. Lo que ocurrió en el Hotel Safi no es un simple error administrativo; es un acto de discriminación que debería enfrentarse a las consecuencias legales pertinentes.
Un Problema de Educación y Sensibilización Social
El caso de Sary no es un incidente aislado. Es un síntoma de un problema mucho más profundo: la falta de educación y empatía social hacia las personas con discapacidad. México cuenta con un marco legal relativamente avanzado en términos de inclusión, pero la implementación y el respeto a esas leyes parecen depender del nivel de sensibilidad y conocimiento del personal de cada empresa.
La falta de capacitación del personal del hotel es inexcusable. En una industria que se vende como “hospitalaria” y “de lujo”, no hay excusa para no conocer las leyes más básicas que protegen a las personas con discapacidad. En lugar de velar por la inclusión, algunos empresarios parecen más preocupados por mantener la “imagen” de su establecimiento, creyendo que un perro guía es un obstáculo para su idea de “elegancia”.
El Peso de la Ley para Hotel Safi
Es crucial entender que los derechos de las personas con discapacidad no son negociables ni están sujetos a la interpretación de ninguna empresa privada. El artículo 58 de la Ley Federal de Protección al Consumidor es claro: ningún proveedor de bienes o servicios puede negar el acceso a una persona por su discapacidad. Además, la legislación mexicana establece que:
- Los perros guías tienen acceso garantizado a cualquier lugar público o privado de uso común.
- Los establecimientos deben brindar facilidades para que las personas con discapacidad puedan acceder y recibir servicios en igualdad de condiciones.
- No se permite cobrar cuotas extraordinarias por el ingreso de perros guía.
Si una empresa no conoce estas leyes o decide ignorarlas deliberadamente, está incurriendo en un acto ilegal y discriminatorio. No hay ambigüedad en esto.
Disculpas Vacías y Estrategias de Control de Daños
El Hotel Safi emitió un comunicado pidiendo disculpas “por cualquier incomodidad que le hayamos causado a Sary Cn, por el tiempo de espera”. La frialdad de ese mensaje es casi insultante. No se trató de una “incomodidad” ni de un “malentendido”, sino de un acto de discriminación flagrante.
Además, mencionar que “recibieron visitas de las autoridades” no es una acción proactiva ni un signo de compromiso, sino una clara estrategia de control de daños. Si esas autoridades no hubieran intervenido, ¿habría habido algún tipo de reparación? La realidad es que muchas empresas solo actúan cuando enfrentan presión social o mediática. La inclusión no debería depender de cuán viral se vuelva un video.
El Silencio Cómplice: ¿Dónde Está la Empresa de Sary?
En medio de esta controversia, surge otra pregunta incómoda: ¿dónde está la empresa donde trabaja Sary? ¿Por qué no se pronunciaron públicamente en su defensa? Ella solo intentaba asistir a una posada organizada por su empresa, pero fue dejada fuera. ¿Qué tipo de compañerismo es ese?
El silencio de su empresa es tan cuestionable como el acto del hotel. Si realmente valoraran a sus empleados, habrían alzado la voz de inmediato. Dejar que sea la propia Sary quien exponga la discriminación y enfrente el linchamiento mediático sin un respaldo firme es otro acto de indiferencia.
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El Mito del “Lujo” y la Exclusión Disfrazada
Hoteles como el Safi Royal Luxury se promocionan como sinónimo de “elegancia” y “prestigio”, pero su verdadera cara se mostró al cerrar sus puertas a una persona que necesitaba de su perro guía para desplazarse. ¿Qué tipo de lujo es ese que excluye, discrimina y viola leyes esenciales de derechos humanos?
Este incidente debería hacer reflexionar a todos los que todavía creen que la exclusión es un “derecho” de quienes dirigen negocios privados. Un verdadero servicio de lujo no está en la decoración ni en los precios exorbitantes, sino en el trato digno y respetuoso a cada persona que cruza sus puertas.
Conclusión: Cuando la Indignación se Convierte en Acción
El caso de Sary es más que un episodio aislado. Es un recordatorio de que la lucha por la inclusión sigue siendo una batalla diaria. No basta con leyes escritas; es necesario exigir que se cumplan y actuar con firmeza contra quienes las violen.
La viralización de este caso expone que todavía vivimos en una sociedad que tolera la discriminación bajo excusas absurdas como “políticas internas”. Las leyes están para proteger, no para decorar documentos. Si una empresa no entiende eso, merece enfrentar multas, sanciones y, sobre todo, el rechazo social.
Hoy es Sary, pero mañana podría ser cualquiera de nosotros. La inclusión no es una opción ni un favor: es un derecho humano.
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