La “virginidad” no existe; es solo una construcción social producto de la religión.

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La virginidad es un concepto puramente social, que tiene el propósito de controlar la sexualidad de la mujer. Impuesto por diferentes culturas y religiones, el concepto de virginidad tiene siglos de antigüedad y refiere a la “pureza e inocencia” de una mujer antes de haber sido tocada sexualmente por un hombre.

La virginidad es una construcción social porque es la sociedad la que le da valor a una idea. Una idea que ha sido utilizada durante siglos y siglos como arma para controlar la sexualidad femenina y que fue fruto de la mercantilización de la mujer. No digo nada nuevo cuando recuerdo cómo nuestros padres nos vendían al mejor postor y nos casaban para obtener beneficios. Éramos un objeto de comercio que tenía que ser entregado completamente puro y sin un rasguño. Mujeres puras. La virginidad pasó a ser algo esencial en la vida de las mujeres pues de ello dependía su futuro.

Cuando una mujer tiene sexo por primera vez, pierde valor. Cuando un hombre tiene sexo por primera vez, mejora.

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Socialmente nos encontramos con esta doble moral que compensa a los hombres por ser seres sexuales y condena y avergüenza a las mujeres que lo son. Así que, mujeres del mundo, desde aquí les podemos asegurar que no, no pierden nada cuando tienen relaciones sexuales. Ya es hora de acabar con la idea de que el pene de un hombre puede cambiar lo que eres. No eres más por haber tenido relaciones ni menos por no haberlas tenido.

Dejando de lado viejos moralismos y absurdas creencias religiosas, encontramos que, a pesar de todo lo que hemos evolucionado y en plena ‘Era de la información’, todavía hay muchísimas personas que desconocen en qué consiste el concepto de virginidad tanto cultural como anatómicamente.

Uno de los mitos más recurrentes es el que señala que perder la virginidad es doloroso y produce un abundante sangrado debido a la rotura del himen, un tejido membranoso considerado como el símbolo de la virginidad femenina. Pero en realidad no se trata de una barrera que impide el paso, tal y como muchas personas creen.

Se encuentra alrededor del orificio de entrada de la vagina y, con unos adecuados preliminares, se extiende gracias a su elasticidad, pudiendo convertir ese primer acto sexual en algo totalmente indoloro y, además, muy placentero.

Las prisas y la inexperiencia suelen ser las principales culpables cuando se produce sangrado al realizarse sin preparación ni lubricación alguna –lo que vulgarmente conocemos como ‘ir directo al grano’-. Esto provoca que, para la mayoría de las mujeres que han mantenido un primer encuentro sexual de este tipo, quede como un mal recuerdo.

A pesar de que la rotura del himen esté considerada como la pérdida de la pureza y virginidad y se haya asociado principalmente al hecho de haber mantenido una relación sexual con penetración, infinidades son las causas que pueden ocasionar que ese fino tejido membranoso se rompa o dé de sí: practicando deporte, durante una exploración ginecológica, montar a caballo, etc. Sin contar que hay mujeres que nacen sin esta membrana, por ende, el himen no puede ser considerado como un símbolo de virginidad.

El valor de una mujer, de una persona, no se mide por si ha sido penetrada por un hombre. El coito es un acto opcional en la vida de cualquiera, y es mejor que si se realiza o no, sea por voluntad propia y no por una imposición social. No te apresures por dejar de “ser virgen”, ten relaciones cuando quieras, cuando te sientas segura y cuando estés lista. ¡Sólo tú decides sobre tu sexualidad!

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